Está solo; Para seguir el camino
se muestra despegado de las cosas,
no lleva provisiones,
cuando pasan los días
y al final de la tarde,
piensa en lo sucedido.
Tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la vida propia,
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni ataduras.
Una vez dijo "amor"
se poblaron sus ojos de ceniza.
Dijo también "mañana"
con los ojos negados al " presente "
y solo encontró sombras...
que apretar en la mano.
Fantasmas como saldo,
de un camino de nubes.
Soledad, libertad...Dos palabras
que suelen apoyarse,
en los hombros heridos del viajero.
En el ocaso de su vida,
al viajero; No le abrazan sus razones,
y las manos le tiemblan
buscando quien le bese
y sus labios resecos sueñan...
Encontrar otros labios
que su torpe andar acompañen,
quitándole el miedo
a ese último viaje.
El Alma de Venus.
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